Vivian Maier
Descubrí a Vivian a través de Diane Arbus, buscando imágenes sobre dobles, “Freaks”, y personajes extraños habitando fotografías acromáticas hace muchos años. Pero hoy, re-descubrí un Universo en Vivian Maier apasionante, intrigante e inmensamente mágico: me entrometí en su vida y su intimidad a través de los ojos de los directores John Maloof y Charlie Siskel, viendo el documental “Finding Vivian Maier”.
En el film se pueden escuchar distintas voces narrando recuerdos y anécdotas entre las que se pasea Vivian como protagonista.
Escuchando todas esas voces, revelando unos cuantos rollos fotográficos y buscando pistas en sellos postales, direcciones escritas en algún papel, diarios coleccionados, ropas usadas y caminos hechos, es que podemos tener la ilusión de acercarnos a la vida imaginaria de Vivian Maier, una persona que parece fue una mujer callada y retraída, de un carácter muy particular y comportamiento intrigante.
Su manera de vestir llama poderosamente mi atención, esa forma de tapar su cuerpo con grandes pedazos de tela y de ocultar su cabello debajo de un gran sombrero de fieltro, se encuentra con la Vivian segura de sí misma, auténtica y fuerte, enfrentándose al propio lente, documentándose, sellándose en un click para siempre.
Coleccionar como entretenimiento y obsesión:
Se hallaron entre sus pertenencias, desparramadas por los distintos hogares habitados por ella, colecciones de diarios, sellos, papeles, objetos de todo tipo, que Vivian, cual detective en busca de pistas de distinto tipo, fue archivando. El film nos muestra una mujer solitaria y silenciosa, despojada de ataduras, de historias familiares y de ancestros, pero llena de objetos clasificados y organizados que ocupan todo el espacio que su familia y sus afectos dejaron vacío.
Esto me hace pensar que ella colocaba sus propias emociones en esas cajas; como si estuviera buscando alguna historia (aunque sea de otro), para meterse dentro y descansar ahí. Como si buscase que alguna de las historias narradas en los archivos coleccionados, la alojase, la protegiese, le diese un lugar donde esconderse y estar a salvo, algún lugar mullido donde reposarse.
Pero además de lo pintoresco que resulta observar una mujer misteriosa y atractiva, de comportamiento extraño y llamativo; la invitación del film es a adentrarnos en su vasta producción: Vivian es una magnífica fotógrafa, cuya obra explora tanto en los retratos acromáticos como en las fotografías a color (cuyo cromatismo es exquisito). Grandes planos muy saturados parecen figuras abstractas, y otorgan un gran dinamismo y dramatismo a las fotos color, cuya paleta elige de forma muy cuidada y detallista.
Sus fotografías son siempre retratos: de ella misma, de los niños que cuida, de personas de la calle, de transeúntes desprevenidos, de banqueros entrando a su lugar de trabajo, de estadounidenses, grandes personalidades, artistas callejeros, de la ciudad. Retrata la alta burguesía neoyorkina envuelta en el ruido y las luces, los niños pobres jugando en el límite entre la vereda y la calle, los “tullidos” pidiendo auxilio en la vertiginosa metrópoli, invisibles en medio de tanta luz. Una pareja de enamorados andando en una carroza por las calles de Nueva York, un hombre mayor fumando en pipa en las calles de Chicago, la mirada asustadiza de una pareja de enfermos mentales, el llanto desmesurado de un niño angustiado, registros del vertiginoso ritmo urbano. Muchos momentos parecen inspirar a Vivian con la misma intensidad, muchos instantes capturó generando composiciones de sublime exquisitez.
Vivian documenta una época y una cultura, registra historias, momentos únicos que hablan de lo múltiple y lo diverso, ya que se anima a capturar aquello que la mayoría preferían dejar “fuera de foco”.
Una obra de una riqueza estética abrumadora y una gran sensibilidad humana. VIVIAN MAIER: Los invito a descubrirla y enamorarse de su maravillosa obra.